Selecciona
los elementos narrativos que desees (contexto, personaje,
calificativos...) pero respeta la frase final o de cierre de este
microrrelato. De tu elección dependerá el resultado: una historia
medianamente coherente o un "sinsentido" literario absoluto.
Una mañana, el niño que estaba enamorado sintió las primeras punzadas precursoras formadoras de la helada transfiguración. Imaginó desnuda la piedra, la podadora, la lezna y con ellas atacó, aplastó y repartió el yelmo, antes encresparlos en el ventisquero coral, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el niño estaba confundido, sintió las primeras sacudidas de la inundación de la cosecha. Corrigió la espita y con ella repartió el vino, para luego con el dedo cribarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el joven, estaba enamorado, sintió las primeras punzadas sacudidas y extinguidoras de la helada, la inundación. Imaginó, oyó, concluyó, pulió, fundió la piedra. La jarra, la aguja, la ampolla y con ellas atacó y aplastó el reloj, el arco y el caracol, para después con el dedo podarlos en el bosque de día y con el ojo clavó la ceja, y así se volvió tierra
ResponderEliminarUna noche el joven prófugo sintió las primeras punzadas extinguidoras de la transfiguración. Desnudó la máscara y con ella erigió el patíbulo, para nunca con el pie omitirlos en el dédalo, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarSara Ramos Casiano, 4ºE.
ResponderEliminarUna mañana el niño que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la acción. Pensó , imaginó, pulió, talló la máscara. Y con ellas consagró el tiempo para luego con el dedo omitirlo en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche, el anciano que estaba confundido sintió las primeras punzadas extinguidoras de la cosecha. Pensó, imaginó, pulió la piedra, la aguja y con ellas creó el tiempo, para después con el dedo omitirlos en el viaje, y así de volvió tierra.
ResponderEliminarNéstor Soto Robayna.
Una noche el anciano prófugo sintió las primeras sacudidas precursoras de la inundación. Anudó la antena y la red y con ellas atacó el bote para luego con el pie encresparlo en el ventisquero, y así se volvió a tierra.
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ResponderEliminarUna tarde el joven que estaba confundido enamorado sintió las primeras sacudidas de la helada vocación. Recordó miro oyó la podadora, la piedra, la red y con ellas consagró creó lustró el tiempo, para siempre con el dedo omitirlos en el bosque jaula, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven que estaba confundido, sintió las primeras sacudidas multiplicadoras de la transfiguración. Talló la máscara y con ella creó el gato, para después con el dedo escresparlo en el río, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar1. Una noche, el anciano que estaba prófugo, sintió las primeras sacudidas de la acción. Talló y barnizó la piedra y con ella creó el yunque, para luego con el pie podarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminar2. Una mañana el niño que estaba enamorado, sintió las primeras notas de la helada. Recordó la piedra y con ella pulverizó el tiempo, para luego con el pie cribarlos en el mundo, y así se volvió tierra.
1. Historia medianamente coherente: Una mañana, el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas y sacudidas de la helada. Imaginó, inventó, pulió la piedra, la aguja y con ellas erigió, creó el roble para después, con el dedo, fecundarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminar2. Historia "sinsentido": Una noche, el joven que estaba confundido sintió las primeras reminiscencias, multiplicadoras de la vacación. Inventó, oyó, cardó, la jarra y con ella consagró, unificó el submarino, para a veces con el codo encresparlos en el sifón, y así se volvió tierra.
Una mañana, el niño que estaba confundido sintió las primeras sacudidas de la acción. Inventó la jarra con la que bautizó el caracol. Para luego, con el pie, cribarlos en el río y así, se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven moribundo, sintió las sacudidas de la inundación. Imaginó la esclusa y la red y con ellas consagró el bote y el submarino, para luego con el dedo cribarlos en el río, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde, el anciano que estaba confundido sintió las primeras punzadas precursoras extinguidoras de la helada. Imaginó la piedra y con ella aplastó el roble, para luego con el pie podarlo en el volcán, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven prófugo sintió las primeras punzadas precursoras de la helada. Rajó la máscara, la red y con ellas aplastó el tiempo para nunca, con el dedo, encresparlo en el mundo, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana el anciano moribundo confundido sintió las sacudidas extinguidoras de la helada. Recordó la jara, la aguja, la máscara y con ellas pulverizó el tiempo, para luego con el dedo encresparlos en el ventisquero viaje, y así se volvió tierra
ResponderEliminarUna mañana el anciano, que estaba moribundo, sintió las primeras sacudidas creadoras de la cosecha. Miró e imaginó la podadora y la piedra y con ellas creó el roble, para luego con la mano podarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUn niño joven estaba moribundo, confundido sintió las primeras punzadas de la helada cosecha. Volteó la aguja, la ganzúa y con ellas creó el reloj para luego con el dedo omitirlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la helada. Recordó la máscara, la lezna, la ganzúa y con ellas atacó el tiempo, para luego con el dedo omitirlos en el ventisquero viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la acción. Imaginó la reja y con ellas creó el arco, para después con el pie omitirlos en el río, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el anciano que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas creadoras de la helada. Imaginó la piedra y con ella aplasto el tiempo, para luego con el dedo omitirlos en el aliento, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el joven que era prófugo sintió las primeras reminiscencias creadoras de la helada. Imaginó la aguja y la máscara, y con ellas pulverizó el tiempo para después, con el dedo omitirlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven que estaba confundido sintió las primeras sacudidas extinguidoras de la acción. Pensó, imaginó y pulió la piedra, la máscara y con ellas atacó el banco para luego con el dedo omitirlos en el bosque arenal, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la helada. Talló la piedra y con ella pulverizó el tiempo, para luego con el pie cribarlo en el río, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el joven que estaba confundido sintió las primeras detonaciones de la cosecha. Oyó la podadora y aplastó el caracol para luego omitirlo en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarCarolina Ramírez González
ResponderEliminarUna noche, el anciano moribundo, enamorado y confundido, sintió unas sacudidas. Pensó y recordó, volteó y rajó el reloj, el tiempo y el arco, para siempre omitirlos en el viaje, y así, se volvió tierra
Una mañana , el anciano que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la transfiguración. Inventó la ampolla y la aguja , y con ellas aplastó el tiempo , para luego fecundarlos en el coral , y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven enamorado sintió las primeras punzadas multiplicadoras de la helada. Imaginó, miró la piedra, la jarra y con ellas aplastó el tiempo para nunca con el pie omitirlos en el mundo, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde, una joven que estaba enamorada, sintió las primeras punzadas sacudidas de la acción. Miró la piedra y con ella bautizó el roble, para siempre con el dedo fecundarla en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el anciano que estaba moribundo, sintió las primeras punzadas sacudidas de la helada. Miró la piedra y con ella aplastó el reloj para siempre con el pié omitirlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas de la acción. Miró y pulió la mirilla, y con ellas lustró el reloj para después, con el dedo omitirlos en la cueva, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana el joven que estaba confundido, sintió las primeras punzadas creadoras de la acción. Barnizó la piedra y la aguja y con ellas creó el reloj, para después con el pie omitirlo en el mundo, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde, el anciano que estaba prófugo, sintió las primeras reminiscencias de la acción. Talló la artesa y la máscara, y con ellas consagró el roble, para siempre con el dedo cribarlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana el joven que estaba prófugo sintió las primeras notas precursoras de la helada. Miró la red y con ellas ató y creó el arco para luego con el dedo encresparlos en el manto viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el niño que estaba enamorado sintió las primeras punzadas, creadoras de la acción. Recordó la artesa y con ella fundió el labio para después con el dedo cribarlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde, el joven enamorado sintió las sacudidas de la helada. Pulió la piedra y con ella aplastó el tiempo, para nunca con los parpados en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarKevin Adrián Artiles Guerra
Una mañana el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas sacudidas de la helada cosecha. Fundió la aguja y con ella atacó el reloj, para luego cribarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el joven que estaba confundido sintió las primeras sacudidas extinguidoras de la helada. Desnudó la red, la antena, la reja y con ellas creó el banco, el submarino, para siempre con el dedo cribarlos en el ventisquero, y se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el anciano estaba enamorado, confundido, sintió las reminiscencias formadoras de la helada inundación de la cosecha. Pensó la piedra y creó el reloj submarino.
ResponderEliminarUna tarde, el niño que estaba confundido sintió las primeras sacudidas de la cosecha. Fundió la aguja y con ellas creó el banco para luego cribarlos en el bosque, y se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el joven prófugo sintió las primeras punzadas de la helada. Volteó la jarra y con ella bautizó el tiempo, para luego omitirlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana el niño confundido sintió las primeras sacudidas de la vacación. Anudó la red y con ella aplastó el pulpo, para después introducirlos en el río, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la transfiguración. Desnudó la máscara y con ella unificó el tiempo, para luego con el dedo cribarlos en el dédalo, y así se convirtió tierra.
ResponderEliminarLuis Martín Placeres
ResponderEliminarUna mañana el joven que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas. Miró la piedra y atacó el pulpo, después flecha clavo, y así se volvió tierra.
Una noche, el joven que estaba confundido sintió las primeras punzadas. Pulió la aguja y con ella atacó el banco, para luego con el codo fecundarlos en el volcán, y así se volvió tierra
ResponderEliminarUna noche, el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la transformación. Recordó la piedra, la lezna y con ellas aplastó el tiempo para siempre, con el pie en el río, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUn reto no exento de dificultad que han sabido sortear...
ResponderEliminarSaludos, Juany