Las relaciones entre la literatura y la pintura pueden abordarse también, didácticamente hablando, desde la perspectiva de los códigos comunicativos compartidos ¿Qué nos cuenta
un lienzo? ¿Qué sugiere?
TAREA: elige (individualmente) una de las imágenes (pinturas) del apartado 3.3. (Módulo I, pág. 7 de la síntesis disponible en la plataforma) y aloja en esta entrada 80 un texto original (de creación propia) en formato monólogo o diálogo (según el cuadro elegido) que te haya inspirado la contemplación del cuadro.
un lienzo? ¿Qué sugiere?
TAREA: elige (individualmente) una de las imágenes (pinturas) del apartado 3.3. (Módulo I, pág. 7 de la síntesis disponible en la plataforma) y aloja en esta entrada 80 un texto original (de creación propia) en formato monólogo o diálogo (según el cuadro elegido) que te haya inspirado la contemplación del cuadro.
Se trata por tanto de inspirarse en uno de los cuadros ofrecidos en el temario y de realizar o bien un monólogo (si eliges el cuadro 1) o bien un diálogo (si eliges
el segundo cuadro). Recuerda los aspectos destacados en clase: no hay
límites para la creatividad, la importancia del código estilístico, los
valores "connotativos" del lenguaje...
Cuadro 2
ResponderEliminarVerano de 1926. Restaurante “Les petites”, París. Sentadas, Sandrine y Victoria comienzan a trazar el plan.
SANDRINE: Podríamos hacerlo hoy por la noche. Quedaríamos delante del hotel a las nueve.
VICTORIA: Esta noche es demasiado pronto. Tengo que despedirme de mi niña primero. Se la llevaré a mi madre. Adam llega en cuatro días.
SANDRINE: Tendremos que hacerlo antes de que llegue (bebe de su café). Ya tengo el coche y la casa.
VICTORIA: ¿Tu primo te cede la casa?
SANDRINE: Sí (Responde con voz firme). Tenemos que hacerlo pronto.
VICTORIA: Dos días, solo dame dos días más. (Voz suplicante). Por favor.
SANDRINE: Está bien. (Se levanta) Nos vemos en dos días, delante de nuestro hotel a las nueve. (Se acerca a Victoria, se inclina, le da un beso en la frente y susurra): Hasta dentro de dos días, mon amour.
Kendra Tacoronte Martín.
Shirley Rodríguez Rodríguez
ResponderEliminarCuadro 1 (monólogo)
¡Qué cansado estoy! Las palabras un whisky por aquí, un J&B por acá, un ron por allá suenan cada día en esas cuatro paredes que me sumergen en este trágico trabajo que acaba con mi vida, no aguanto más, necesito un cambio. El sueldo no me llega a fin de mes y para colmo, la salud tampoco, mis piernas fallan y mi lentitud aumenta. Ya no soy aquel jovenzuelo que prefirió trabajar en vez de estudiar, ojalá pudiera dar marcha atrás al tiempo. En fin, es hora de entrar.
Cristina Moreno Amador
ResponderEliminarCuadro 1 (Monólogo)
Soledad, desesperanza, pensamiento fugaz, preocupación, espera infinita, búsqueda de una respuesta, aislado, sin rumbo...
Sentado aquí estoy, frente a mi hogar, en busca quizás de una respuesta, en busca quizás de una fuerza interior. Necesito estar solo y sumergirme en mis más profundos pensamientos, hacer de mi cuerpo y mi mente un mismo ser, una misma sensación.
¿Qué me espera después de estos largos instantes de soledad? ¿Qué me espera al cruzar el umbral de esa puerta que conduce a mi hogar? No lo sé. quizás ya no sienta soledad en mi alma o quizás la soledad sea tan grande que ya no la necesitaré para poder pensar, ya que, yo pasaré a ser soledad.
Oh, dichosa vida la mía, que susurrando al oído me avisa:
ResponderEliminar¡Cambia, cambia! Es momento de sacar tu valentía.
¿qué he de hacer? Me he preguntado.
¿Qué he de cambiar? Me he cuestionado.
Encontrar el camino de la verdadera felicidad se hace difícil en esta sociedad.
En esta sociedad donde lo que importa no es lo que uno siente sino lo que uno lleva heredado desde el vientre.
Guíame vida mía, para poder encontrar la meta, sin verme encerrado en un camino regido por una grieta.
Fátima El Khabzaz
Aquí sentado, no entiendo como cambia la vida de un momento para otro. Ayer a esta misma hora era el hombre más feliz del universo, yo que nunca me había ganado nada en mi vida, me había ganado el Gran Premio de la Lotería Nacional, por un día había sido inmensamente rico. Pero todo eso no podía durar para siempre, aunque si podría haber durado un poco más.
ResponderEliminarHan sido innumerables las tardes que me he sentado en este mismo escalón a mirar a las personas pasar, preguntándome que les pasaría por sus cabezas si tendrían problemas o no. Ahora soy yo el que me imagino a esas mismas personas mirándome y preguntándose lo que le pasará al señor ese con cara preocupada que está sentado en ese escalón, como siempre pero esta vez con la mirada perdida.
Perdida como mi boleto de lotería, el que ayer me hizo tan feliz y hoy tan desdichado.
Sánchez Farías, Oliver
Elvis Ruano Rodríguez
ResponderEliminarCuadro 1 (Monólogo):
El tiempo pasa lento como una gota del rocío de la mañana recorriendo la hoja de un árbol; espero aquí sentado observando atónito la danza del humo que sale de mi puro y espero.
Mientras espero pienso...la soledad hace a uno pensar, en todo y en nada, en mucho y en poco...
Vuelvo en mí y espero; fumando aquí sentado y mirando al infinito...y el infinito me devuelve la mirada...
¿A qué estoy esperando?
El último café (diálogo)
ResponderEliminarPor Nauzet Plata Betancor
(Interior: cafetería El Tajinaste. Teresa está sentada en una mesa junto a la ventana, observando la calle a través de ella mientras juguetea con una taza de café. Al poco, entra Clara y se sienta en frente de ella.)
Clara: ¡Teresa, querida! Disculpa el retraso, ¿llevas mucho esperando?
Teresa: En absoluto, acabo de llegar. Me tomado la libertad de pedir un par de cafés. Doble de leche, como a ti te gusta.
Clara: Gracias, querida.
(Ambas toman unos cuantos sorbos de café.)
Clara: ¿Cómo estás mañana? Te veo distraída.
Teresa: Estoy bien. Quizá un poco cansada. Ya sabes, mucho ajetreo con cosas de la casa, los niños…
Clara: Comprendo. Yo he estado muy ocupada en el trabajo esta semana. Pero, sinceramente, te admiro. Creo que sería incapaz de hacer lo que tú.
Teresa: Vamos, no seas tonta, seguro que podrías cuidar de mi Alberto perfectamente. ¿No llevas intentándolo ya una temporada?
Clara: ¿Cómo? ¿Qué quieres decir?
Teresa: Sí, sí que lo sabes. Lo sabes tan bien como yo sé que mi marido va cada martes y jueves a tu casa a comerse tu comida y a que tú le comas a él otra cosa.
Clara: ¿Perdona? ¿Estás insinuando qué yo…? ¡No te consiento que me acuses de algo así!
Teresa: (Ligeramente turbada) Pues yo no te consiento que te acuestes con mi marido, zorra.
Clara: (Ofendida) Pero, ¿cómo te atreves?
Teresa: ¿Cómo te atreves tú a meter a mi marido en tu cama?
Clara: (Pausa. Rompe a llorar) Teresa, yo… (pausa) No sé cómo empezó, yo no quería, pero al final cedí a la tentación. Es un hombre maravilloso y yo estoy tan sola.
Teresa: (Estallando) ¿Y te parece suficiente excusa para hacer eso con maridos ajenos? Yo confiaba en ti, eras mi mejor amiga. La única que te defendía cuando las demás te criticaban por trabajar en vez de casarte. Y mira para qué.
Clara: ¡Lo sé! ¡Soy horrible! Lo que pasa es que yo siempre he querido ser como tú. Creí que trabajando y siendo capaz de vivir sin depender de un hombre sería feliz, pero… echo en falta una familia, un marido que esté a mi lado para cuidarnos el uno al otro. Y cuando creía que ya era demasiado tarde para formar una familia, apareció Alberto. Y me dejé llevar sin pensar en las consecuencias. Y me enamoré
Teresa: ¿Cómo puedes decirme? ¿Qué va a ser de mi familia, mis hijos, todo?
Clara: Teresa, lo siento muchísimo, nunca pensé que pasaría esto, pero… Alberto es el único hombre que no me trata como a alguien inferior. Es el único en el trabajo que considero un amigo.
Teresa: ¡Una no se acuesta con sus amigos! ¡Y menos si están casados! Y no lo sientas, vas a hacer que me sienta culpable.
Clara: ¿Cómo? ¿Por qué?
Teresa: (Pausa dubitativa) Clara, en el fondo entiendo que no es solo culpa tuya. Él también es culpable, más que tú. Él es quien tenía un compromiso. Por eso merece sufrir más que tú por lo que me ha hecho.
Clara: ¿Qué piensas hacer?
Teresa: Ya lo he hecho. (Clara la mira extrañada) He envenenado los cafés.
Clara: ¿Qué?
Teresa: Solo nos damos cuenta de lo que tenemos cuando lo perdemos. Por eso él nos va a perder para siempre.
Clara: (Rompe a llorar con una angustia extrema) ¿Pero por qué? ¿Por qué lo has hecho?
Teresa: Lo siento. Hasta siempre, Clara. No creo que llegues a despedirte de él. (Señala a la puerta, a la que Alberto se está acercando).
(La vida de Teresa se extingue lentamente mientras ella permanece sentada, impasible. Clara echa a correr hacia la puerta con lágrimas en los ojos, llevada por la desesperación y un deseo incontrolable de abrazar a Alberto. Mientras, una sensación soporífera inunda su cuerpo y la hace desplomarse en el suelo. Emana su último aliento mientras Alberto corre a su encuentro.)
(Lugar de esta cafetería: Londres UK)
ResponderEliminarMujer de verde: No puedo esconderlo más. (mientras se quita el bolso y se sienta)
Mujer de sombrero azul: ¿Qué ha pasado ahora? (sin interés)
Mujer de verde: Pues… que nos vamos al nuevo mundo. (susurrando)
Mujer de sombrero azul: ¡¿Cómo?!
mujer de verde: Ya has oído. Nos vamos y formaremos una familia cuando lleguemos. (suspiro)
Mujer de sombrero azul: ¿No vas a hacer nada al respecto?
Mujer de verde: Ya sabes que no tengo otra opción.
Mujer de sombrero azul: Claro que la tienes ¡déjale!
Mujer de verde: ¿Cómo le voy a dejar? Él... él me quiere.
Mujer de sombrero azul: ¡Qué te quiere! Si te quisiera no te habría hecho eso.
Mujer de verde: Eso lo hizo… ¡lo hizo porque no tenía más remedio! yo tampoco le dejé muchas opciones.
Mujer de sombrero azul: ¿De verdad te crees tus propias palabras? ¿Crees que de verdad lo hizo por ti?
Mujer de verde: ¡Por supuesto! (da un golpe enérgico en la mesa)
Mujer de sombrero azul: Si no fueras tan corta de miras, lo verías. (Mientras se levanta y se va de la cafetería).
Iris Torres
¿Y ahora, qué hago?... El negocio de mis sueños, al traste. ¿Cómo voy a explicarle a Laura que he fracasado? ¿Cómo voy a pagar los préstamos que le pedí al banco para abrir mi negocio?.. No hay por dónde salir, estoy arruinado... ¿Podré hablar con mis padres para volver a casa?..No, ¡por dios! qué vergüenza... ¿Qué pensarían de mi?... Ya me imagino a mamá con su frase de siempre: "¡Te lo dije!. ¡Te dije que no te saldría bien!". No, no, no. Tengo que buscar una salida por mi cuenta... Ahora tengo que ir a casa a empezar a mandar currículums y ver cómo salgo de esta. Aquí ya no hay nada que hacer.
ResponderEliminarPintura nº1 (monólogo):
ResponderEliminarCuando la desazón llegó a formar parte de su vida, pensó que, tal vez, había llegado a ese punto de no retorno, ese en el que todos los días eran iguales, en el que la vida pasaba para aquellos que le rodeaban, aunque para él todo era estático, hostil y lleno de desasosiego. Allí, dónde había comenzado su sueño y dónde todo empezó a resquebrajarse, como si de arena en un puño se tratara, porque cada granito que se le escapaba dejaba un pequeño halo de inestabilidad. Aquel día, el peor de todos, el día en el que su sueño se cerraba a cal y canto, quedándose con él toda la ilusión, las ganas y la fortaleza que, en algún momento, llegó a tener.
Verónica Rodríguez López
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ResponderEliminarCuadro 1 (Monólogo):
ResponderEliminarPero… ¿Qué hago aquí? ¿Dónde quedaron mis sueños, mis anhelos, mis esperanzas…? Siempre soñé con ser aquel que vivía de su trabajo, uno que me gustase y que me hiciese el hombre más feliz de la Tierra, junto a mi familia. Y mírame aquí sentado, sin un trabajo que me guste y sin una familia que me haga sentir amado, y sin demostrarles mi amor hacia ellos. ¿Qué ha pasado? ¿No fue suficiente? El miedo a avanzar me bloqueó y me hizo conformarme con todo lo que tengo y tenía, nada. Pero hay tiempo, tiempo de cambiar y de alcanzar mis propósitos. Nunca es tarde, pero… ¿realmente puedo? ¡Sí, claro que puedo! Es hora de empezar a luchar y de evolucionar para convertirme en el hombre que siempre quise ser, feliz, pero… si me quedo aquí sentado viendo gente pasar, ¿no conseguiré nada, no?
Cristina Morales Godoy
En la cafetería Ca´Paca
ResponderEliminarInma: Buenas tarde querida, ¡cuánto tiempo sin verte!
Clemencia: Así es Inma, que orgullo volver a encontrarnos después tantísimo tiempo. Gracias a que, por fin, hemos coincidido. Vamos a ponernos al día.
Clemencia: Yo también lo he estado, mi marido cayó enfermo hace unos meses y ha tenido altos y bajos que han hecho que pasemos unos momentos no muy cómodos.
Inma: ¡Qué me dices! ¿Se encuentra bien?
Clemencia: Sí, afortunadamente fue sólo un susto. Ahora está fenomenal, pero mi hijo no paraba de hacerme preguntas acerca de su enfermedad. Al final terminamos diciéndoselo, pero gracias que sólo fue eso, un susto.
Inma: ¿Tu hijo? (cara de asombro)
Clemencia: Sí corazón, tengo un hijo de 6 años. Se llama Hugo, nació en Tailandia, cuando estuve trabajando allí.
Inma: ¡No tenía constancia de esa etapa! Mi hijo se llama Iker y tiene 3 años. Su padre es militar y no lo ha visto mucho, pero cuando viene no desaprovechamos ni un segundo con él.
Clemencia: ¿Militar, Inma? Madre mía, tiene que ser un suplicio tener un marido así.
Inma: La verdad es que sí, lo veo cada 6 meses. Es duro criar a un hijo así, prácticamente sola, pero sé que él también nos manda su cariño y fuerzas, para que juntos salgamos adelante, como una familia que somos.
(…momento de silencio…)
Clemencia: ¿Y cómo te comunicas con él el resto del tiempo?
Inma: Pues… vía teléfono o vía correo.
Clemencia: ¡Qué duro!
(Inma lagrimea)
Inma: se va llevando… ¿Y tu marido a qué se dedica?
Clemencia: Miguel, es profesor de educación física de un colegio cercano a nuestra casa. Estamos todo el día juntos, ya que el resto del tiempo coincidimos mientras él trabaja, yo también.
Inma: ¡Qué bien! Me alegro por ti, algún día podré yo disfrutar de mi marido tanto como tú.
Ring, ring (el teléfono de Inma suena desesperadamente, asustada y nerviosa lo coge)
Inma: lo siento Clemen, tengo que irme, me llaman del colegio, debo de ir a buscar a mi hijo. Ha sido un placer vernos, espero que coincidamos otro día.
(Se despiden con un fuerte y sincero abrazo)
Cuadro número 1 (monólogo)
ResponderEliminarFíjate en esa gente que pasea por la calle sin preocupación alguna, sin tener en cuenta lo fugaz y efímera que es la vida. Yo, que ya soy mayor, valoro todos y cada uno de los pocos instantes que me quedan apegados al mundo terrenal. Espero poder haber disfrutado al máximo de esta única e irrepetible experiencia y deseo, con todas mis fueras, haber hecho feliz a todas y cada una de las personas que, en un momento u otro, me rodearon.
Ahora mismo solo puedo pensar en cómo será el más allá, si es que éste existe. Si podré reencontrarme con mi mujer, mis hermanos, familiares y amigos que se despidieron de mí tiempo atrás. Si seré capaz de encontrarlos en esa maravillosa nueva vida, o si ellos me recordarán después de tantos años.
Y ahora, tras brindarte con mis últimos pensamientos e inquietudes, me despido de ti, regalándote mi último suspiro.
Mariola Marrero Gómez
Cuadro 1 (monólogo)
ResponderEliminarAquí estoy sentado en la acera, después de un día largo y duro pensando en que rápido pasa la vida y si la he aprovechado adecuadamente, sin embargo no lo pienso así. A veces pienso en que si volvería al pasado haría las cosas de otra manera o las haría igual, no lo sé. Pero ya todo pasó y ahora toca disfrutar de lo que me queda por vivir.
Claudia Ojeda Jaén
Jorge Alberto Jorge González
ResponderEliminarCuadro 1: Monólogo.
¡Siempre me pasa lo mismo!
Llego tarde, fracaso una y otra vez.
No sé, si es mi mala cabeza o
lo poco que me involucro, no sé.
A veces me gustaría volar y no
volver para no desilusionar a nadie.
Siento que solo hago sufrir, herir y ahogar
a la persona que más quiero.
Mi ser no me deja expresarme de la forma
que me gustaría, me siento atrapado entre mi
personalidad y mi vergüenza.
¡Debería cambiar!, lo he intentado, pero
es mi forma de pensar la que me tiene
vagando entre mis pensamientos.
¡Dios! dime que hago para conducir mi vida
por otro camino.
El tiempo y el deseo dirán si merezco ser amado
por esta mujer o mi egoísmo solo acabará ahorcando
nuestro amor.
Y como cada mañana, vuelvo a sentarme en donde pasábamos todas esas horas juntos, donde el reloj se paraba por un instante y me perdía en lo más profundo de tu mirada, donde los niños jugaban felices soplando burbujas de ilusión y donde los mayores nos cautivaban con su enorme sabiduría. Ahora, esas burbujas que veíamos han explotado, esos instantes felices han desaparecido… me encuentro solo, perdido y confuso. ¿Por qué lo bueno no dura para siempre? ¿Por qué lo que más felicidad nos da se pierde en un gran laberinto oscuro y siniestro mientras sentimos que la pena nos persigue? Ojalá tuviera respuestas ante todas estas cuestiones y pudiera combatir esta tristeza. Ojalá estuvieras a mi lado de nuevo. Ojalá…
ResponderEliminarCuadro 1 (Monólogo):
ResponderEliminarLa verdad estaba delante de sus mismísimas narices aunque su conciencia tardó en apreciarla casi hasta el lecho de muerte.
Noelia Olivares Falcón
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ResponderEliminarCuadro 1 (Monólogo)
ResponderEliminarDichosa la vida...como pasan los años. Recuerdo que cuando era pequeño para pasarlo bien solo me hacían falta mis amigos y amigas...con una simple muñeca de trapo o con una pelota era feliz...En una fiesta con unos simples globos, tarta y un poquito de diversión, era la persona más afortunada del mundo.
Todo era fácil. Todo. El mundo era un lugar pequeño que se reducía a mi querido baúl, lleno de juguetes. Papá era mi héroe, mamá mi ídolo.
Si se tuviera que resumir en una palabra, esa sería inocencia.
Inocencia al caerse un diente y dejarlo debajo de la almohada, deseoso de que desapareciera por obra del Ratoncito Pérez; esperar un cinco de enero a que llegaran los queridos Reyes Magos; a creer en los cuentos de princesas que besan sapos y pensar...que en la vida todo tiene un final feliz.
Sin embargo, ahora todo ha cambiado.
Los amigos a los que creía fieles, se fueron sin siquiera mirar atrás; las fiestas se convirtieron en "situaciones" cuyo propósito es emborracharme hasta no recordar nada; mis juguetes se transformaron en deudas y ambiciones; el trabajo, ganar dinero, es la clave de la felicidad; papá y mamá fueron ciervos del destino, de la vida.
Quisiera escapar, quisiera detener el tiempo, quisiera ser feliz...despertarme sin pensar en la rutina, en la tristeza que abunda en mi corazón, en ese gran vacío que me ahoga. Todo aquello que me falta, aquello que un día tuve, no lo quise valorar...y lo perdí.
Aveces, aunque solo fuera por un instante, me gustaría volver a ser un niño.
En fin. Donde siempre, esperando un milagro. Tres eternos meses poniéndome esta ropa, fingiendo servir copas. A ver con qué cara llego hoy a casa… ¿Con la de víctima de un despido o con la de desaliento por no haber encontrado otro? Ya sé que soy uno más. Uno más que forma parte del pan de cada día de esta sociedad enferma. Ese pan que ya no puedo llevar a la pequeña Martina.
ResponderEliminarCuadro 1 (monólogo)
EliminarMonólogo del primer cuadro.
ResponderEliminarAquí me tiene bien clavado soltando las penas en un bar, brindando por su amor. Aquí me tiene abandonado, bebiendo tequila pa' olvidar y sacudirme así el dolor, como bien diría Maná.
Lloro delante de un vaso vacío en un bar. Soy un pirata en un bar caribe de una carretera general, según canta Melendi.
Esta vez yo quería quererla querer y ella no, así que se fue y regresé a la maldición del cajón sin su ropa y a la perdición de los bares de copas, dijo el cantautor Sabina.
Y como aprendiz de Alejandro Sanz, ya lo ves, que no hay dos sin tres, que la vida va y viene y que no se detiene...Y, qué sé yo, pero miénteme aun que sea, dime que algo queda entre nosotros dos, que en tu habitación nunca sale el sol, ni existe el tiempo,ni el dolor.
Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué, perderse por los bares
donde se bebe sin sed, me aconsejó Fito.
Cuadro 1
ResponderEliminarEl tiempo pasa, y mientras, aquí sigo encerrado en este banal mundo. Nada cambia, nada mejora. En este pueblo los vecinos rumorean, todos conocen. Ojalá poder coger el primer tren y escapar de esta realidad. Ya no sé quién soy. Lejos quedan aquellos momentos en los que soñaba despierto y todas mis aspiraciones se cumplían. Adiós Tristán el banquero, con cartera en mano dando la vuelta al mundo, pues aquí sigo, de bar en bar, y las penas embotelladas.
Rebeca Bernardino Hernández
Cuadro 1
ResponderEliminar¿Y ahora qué? ¿Qué es lo próximo que me va a suceder? ¿Qué voy a hacer ahora sin ti? ¿Qué va a ser de mí?....
Querida Julia, sin ti me encuentro vacío, como si estuviera entre las cuatro paredes de una cárcel, como si estuviera dibujado en un cuadro enmarcado, sin salidaas…Derrumbado, sin ganas de hacer nada, sin fuerzas para seguir adelante… ¿Por qué Julia? ¿Por qué te tuviste que ir al paraíso y dejarme solo, llevándote contigo todo mi ser y disfrutándolo con nuestros seres queridos? Dichosa vida, dichosa muerte y dichoso amor que me ha dejado solo y viviendo sin ganas de vivir.
Todos los días me pregunto qué hago aquí. Por qué no cogí ese tren que llegaba a un lugar desconocido. Por qué perdí la oportunidad de vivir. Cada día salgo del trabajo cinco minutos, me acomodo en la acera para ver un poco la ciudad y saco un poema que escribí hace unos meses. Un poema en el me desahogo y hablo conmigo mismo. Nadie me suele escuchar, por eso escribo y escribo…
ResponderEliminarNo aguanto más en este maldito bar.
Cada día me cuentan y cuentan
y yo sin poder contar.
Cada día escucho y escucho
y ellos sin escuchar.
Necesito salir de aquí,
y es que ya no puedo más.
Si hubiera escogido otra vida
no tendría que llorar.
Viajes a muchos países,
un mundo por explorar.
Noches durmiendo en raíles,
siempre algo nuevo que contar.
Me encantaría no estar aquí,
pero imposible escapar.
Me encantaría salir de aquí,
para volver a empezar.
Y es que elegimos lo fácil,
por no tener que pensar.
Pero al final nos damos cuenta
y queremos rebobinar.
Pero al final nos damos cuenta
y ya no hay vuelta atrás.
Lo que debemos hacer,
es no dejar de soñar.
Porque si soñamos, está claro,
algún día se hará realidad.
No debemos temer nada,
porque todo tiene un final.
Lo importante es empezarlo
y no dejarlo escapar.
Si a nuestra vida queremos,
la debemos aprovechar.
Siempre en algo que nos guste,
y no porque lo digan los demás.
Sara Castillo González
ResponderEliminarDiálogo imagen 2
ALBA: ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos Marta?
MARTA: Si no recuerdo mal, la última vez que nos vimos fue en el Retiro, y de eso hace ya tres años.
ALBA: Parece que fue ayer cuando jugábamos a las cartas en la mesa de mi jardín, parece que fue ayer cuando no parábamos de comer galletas con chocolate, y ahora, ya somos dos personas adultas con un futuro incierto por delante.
MARTA: El tiempo pasa y no nos damos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos ya no eres la niña que solo quería ir al colegio para ver a sus amigos y jugar en el recreo, ahora eres una persona adulta.
ALBA: Tienes razón Marta, han cambiado mucho las cosas desde la última vez que nos vimos, pero hay cosas que nunca cambiarán y nuestra amistad es una de ellas.
MARTA: Si algo he aprendido en estos tres años es que de los errores se aprende, que si la amistad es verdadera nunca se pierde, que los amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano y que aunque no nos veamos mucho, siempre seremos amigas.
María Encabo Sanz
ResponderEliminarNo aguanto más, solo sé que en cualquier momento se me escapará una sonrisa. Y es que aquí estoy, con cara de perro, sentado en la acera de una calle vacía y sombría y sobre todo: cansado de posar. ¿Este artista no entiende que no puedo aparentar estar cabreado tanto tiempo? Bueno, pensándolo bien es posible que no lo comprenda, ya que últimamente son muchos los que lo están…y lo preocupante es que ellos no están posando, ellos están viviendo.
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ResponderEliminarRaquel Rivero Herrera
ResponderEliminar¿Para que me querrá?. ¿Para que querrá hablar conmigo?. ¿Se habrá enterado?. Fue hace mucho tiempo… Fue un error… Fue un error enamorarme de ella, fue un error traicionar a mi amigo… Sobrio nunca había dado ese paso. Sigo enamorada de ella en la distancia. Todo por él. No quiero perderlo. Él es como mi hermano, me he criado con él... Si se entera se irá para siempre, se sentirá dolido. Nunca quise hacerlo. Seguiré cargando con ello siempre. Tendré esta pena dentro hasta el día que me vaya de este mundo. ¿Qué me dirá?. ¿Se lo habrá dicho ella?...
Cuadro número 1: Monólogo
ResponderEliminarKevin José Santana López
Supuestamente, según mis supuestos familiares y mi supuesta vida pasada, yo solía sentarme aquí a pensar sobre la vida, pero no logro recordar nada. Solo recuerdo mi despertar en el hospital y gente sollozando a mi alrededor. No recordaba mi nombre, si es que alguna vez tuve. No recordaba a aquella gente que afirmaba ser mi familia. Incluso aquí, en esta acera, no recordaba al dueño de la tienda que está detrás de mí, cuyo nombre es curiosamente igual al que me atribuían aquellos extraños. Hoy me encuentro aquí perdido emocional y físicamente. Me aconsejaron venir a dónde tanto tiempo pasaba para recordar. ¡Qué fumara puros! ¡Qué tontería, no me gusta ni el olor!. Creo que aquellas personas no son malas, pero me quieren hacer vivir una vida que no me pertenece.
Monólogo
ResponderEliminarÁlvaro León Quintana
Aquí estoy, donde siempre, viendo como la vida pasa sin decir nada y como todo se vuelve nada. Solía caminar por las calles con una gran sonrisa y en días malos, como una sola palabra de un ser querido me alegraba el día, pero ya no, ya nada me ilusiona, ya nada me motiva, escondo mis ojos rojos para que nadie pueda verlos de tanto llorar. Llorar por ti, Rosario, acostándome cada noche deseando no abrir los ojos nunca más y poder encontrarme contigo en el más allá y poder darte todo aquello que no te pude dar.
La acera de siempre, la desgana conocida.¡Diablos! Me había convertido en uno de esos tipos sin alma que tanto repudiaba. Uno de esos a prueba de sentimentalismos, con la cara equívoca de “ni siento ni padezco”.
ResponderEliminarUna mezcla de atascados “por si acasos”, recuerdos aniquilados de los que nunca me asustó deshacerme y una indiferencia con la que no me molestaba vivir. Ahora sé que olvidar es bienvenido. Olvidarme...aún más.
Monólogo:Cuadro 1.
EliminarDiálogo
ResponderEliminarUn café a medias
Otoño de 1930. Lugar: Las calles del viejo París. Diane y Sophie, dos amigas desde la infancia, acordaron verse a las siete de la tarde. La cita sería en la cafetería “Café central”, donde preparaban el mejor café de todo París.
Diane: Pude conseguirte el pasaporte falsificado. Aquí lo tienes.
Sophie: Muchas gracias, querida. No lo habría conseguido sin tu ayuda. Sé cuánto te estás sacrificando por encubrirme, pero este será el último favor que te pido. Tú no tienes la culpa de mis actos. Ya has hecho suficiente.
Diane: Somos amigas de toda la vida y sabes que es lo mínimo que puedo hacer por ti, después de todo lo que hiciste por mi familia.
Sophie: Solo te pido una cosa más, nadie puede saber de mi existencia.
Diane: Pero no puedes estar huyendo toda tu vida. ¡Debes enfrentarte a la realidad!
Sophie: No me queda nada aquí por lo que seguir luchando.
Diane: ¿Adónde irás?
Sophie: Lejos, a un lugar donde nadie me conozca y empezar así una nueva vida desde cero.
De repente, entra en la cafetería un policía y pide un café para llevar desde la barra.
Sophie al percatarse de su presencia, huyó por la puerta trasera, dejando a su amiga y el café a medias.
Eliana Quesada Fleitas
Cuadro 1 (monólogo)
ResponderEliminar¿En qué momento nos alejamos tanto? Éramos inseparables y ahora no podemos ni mantener una conversación de otra cosa que no sea el tiempo. Si cierro los ojos nos veo juntos, riendo, como siempre y míranos ahora, esquivándonos, con una barrera que nos separa y sin nada que podamos hacer. Qué pena, quizás en otra vida volvamos a coincidir y sepamos hacerlo mejor.
Nadia Gutiérrez Fernández
Cuadro 1 (monólogo):
ResponderEliminarY ahora es cuando me pregunto qué hago aquí solo, en la calle, sentado en el borde de una acera… Juraría que en mi niñez era impensable estar sentado, quieto, viendo cómo pasaba el tiempo. ¿Qué nos hacía estar en constante alerta para salir corriendo? ¿Disfrutábamos más de los momentos por no pararnos y descubrir más mundo? Siempre se ha dicho que la prisas no son buenas consejeras. Entonces, ¿por qué nos apresuramos? ¿Será que con el paso de los años, necesitamos detenernos, pensar más? Quizás ahora apreciamos mejor lo que está pasando, le damos otro sentido a la vida. Quizás la vida consista en eso: detenernos cuando no sabemos hacia dónde avanzar. Y pensar. Sentarnos en cualquier lugar y pensar. Dar un paseo y pensar. Porque quizás, en ese momento de reflexión, aparezca eso que nos hace falta para acercarnos a la verdadera felicidad.
Tatiana Lucía García Rodríguez.
ResponderEliminar¿Y ahora qué hago yo? Estoy aquí, sentado en la acera, sin nada que hacer. Podría haber cumplido mi sueño, ser escritor. Pero no, estoy aquí, delante de un bar de mala muerte. ¿En qué estaría pensando? Bueno, prefiero no pensarlo. Quizás debería irme a casa y escribir cualquier cosa. Pero, ¿qué cosa? ¿Un libro quizás? ¿Una biografía? No, ¿quién iba a querer leer la biografía de alguien como yo? Quizás una crítica. Sí, podría ser una buena idea. Podría escribir una crítica sobre la sociedad. ¡Ay, Dios! ¿Pero qué estoy diciendo? Tengo que entrar ya a trabajar en este maldito bar. Puede ser que esta noche cuando termine mi jornada me apetezca escribir algo. ¿O estaré tan cansado que me dolerán hasta las pestañas? Bueno, ya veremos después. ¡Anda! Ya son las doce. Ya me toca entrar. A ver con qué nos encontramos hoy.
Cuadro 1. Monólogo:
ResponderEliminarLa llamada.
El timbre del teléfono se diluye en mi cabeza como el eco que se desvanece en el interior de un cuarto vacío. Su tintineo está tan relegado en mi mente que no quiero creer, que incluso me hace dudar tan siquiera de que ha sucedido. No han pasado más de diez minutos de que descolgué el auricular debido su insistencia y desearía nunca haberlo hecho. Y ahí está otra vez, sonando estrepitosamente esperando a por mi, acechando para comunicarme otra cosa que quizá no quiero oir y no dejo de pensar si la historia fuese diferente si yo no hubiese atendido su llamado.
Pero que mas puedo hacer, vivir en esta incertidumbre o sucumbir ante la duda que provoca. Voy contestar.
Cuadro 1 (Monólogo):
ResponderEliminarDespués de tantos años, he decidido volver. Hoy me he vestido con el corazón en un puño al pensar que volvería a pisar tu suelo, ver tus amigables paredes y acariciar tu madera. Mas, la desolación inundó mi alma al verte. ¿A dónde se fue la parte de mí que te entregué? Te veo y eres una extraña para mí. Sé que ya no puedo volver; una vez me perteneciste, pero fuiste tú la verdadera dueña y, ahora, este "perro" no tiene a quién ladrar.
Cuadro 1.
ResponderEliminar¡Fuego! Se despertó en Tejeda la sed de un verano furioso, y nos volvimos esclavos de un manto ardiente que prendía el hogar con la llama del adiós. ¡Lucha de sirenas! Las almas se expandían y con ella la añoranza. Los helicópteros aliviaban lágrimas de fuego que avanzaron con el soplo del viento por una cara de verdes ojos. Corazones asfixiados desplegaron sus alas, huyeron del epicentro de un entierro opresivo. La otra cara de la luna arropaba lo que empezábamos a anhelar; aquel olor de pino en la sombra del sosiego. ¿Qué hacer? ¿Cómo parar la adversidad? No teníamos el valor para marcharnos de nuestros recuerdos. Ardíamos de impotencia buscando el milagro, buscando salvar el miedo de unas manos temblorosas que no podían valerse por sí mismas. Llegamos asustados a San Mateo, donde nos dieron mantas de alivio y palabras de descanso y consuelo.
A la mañana siguiente, un calor seco nos despertó. - ¡Buenos días! No todo está perdido, el ayer no es como el hoy y el hoy no es como el mañana. Hemos caminado de la mano. Hay paz y silencio, aún entre pavesas, sentimos y existimos. ¡No llores más porque tu sonrisa emergerá! –
He aprendido que los paisajes relatan lo que somos, por eso hay que escucharlos: entre flores, entre hojas, entre cenizas; cuando lloran, cuando ríen, cuando se enfadan… Hay que protegerlos como a los críos frente al mar. La desoladora imagen nos llevará a la catarsis que empape nuestra sangre en sensaciones y torne nuevamente un rostro apacible.
Desirée Cruz Köpf
1. Monólogo
ResponderEliminar¡Por Dios Santo! Ya es sábado otra vez. Esto de hacer la compra semanalmente me tiene algo agobiado. Me estoy planteando hacer una general cada mes y cada semana ir reponiendo lo que me haga falta, porque parece que no salgo del supermercado. Que si la verdura al mercado, que si los productos de limpieza hacendado. ¿El muesli? El señorito lo quiere de Hiperdino. ¿Los embutidos? El señorito los desea frescos de la carnicería de Carrefour. Ay mi madre como se entere de que me olvidé de nuevo. Pero… ¿por qué no va él? ¿Por qué tengo que ir yo? Yo también estoy ocupado, yo también tengo mis cosas. No sé, esto de vivir en pareja me tiene trastornado.
Cuadro 1 (Monólogo)
ResponderEliminar¿Por qué preocuparme tanto por todo?, ¿por qué analizar cada cosa que hago y sacarle miles de interpretaciones? Lo sé... es imposible parar y no pensar, pero a veces pienso tanto que no aprecio lo que tengo delante. Me he olvidado de disfrutar, de ser espontáneo, de experimentar, de sentir. A veces me siento esclavo de mi mente, voy a dejarme llevar más y apartar los miedos que me limitan. Seré feliz a mi manera, aferrándome a los impulsos y sin pensar tanto en las consecuencias.
CUADRO 1
ResponderEliminar¡Ya era hora de salir a respirar un poco de aire!¡Qué cansado me encuentro! Ojalá llegue la hora de marcharme ya a casa, tengo muchas ganas de ver a mis niñas, sus caritas de felicidad cuando llego a casa. Sufro y trabajo mucho, es verdad, pero al fin y al cabo, todo lo hago por ellas… Un día me prometí que no les faltaría de nada y así será… ¡Qué sería de mi sin mis dos luceros, mi fuerza para luchar día a día!... Nada, desde luego que absolutamente nada…
Ana Maite Diepa González
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ResponderEliminar1. Monólogo.
ResponderEliminar¡Qué día tan maravilloso! Ya han pasado 30 años desde que decidí dedicarme a esto.. Creo que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Aunque bueno, tengo días difíciles pero… ¿qué sería de la vida sin sus subidas y sus bajadas? Ay, ya se va acercando la hora de retirarme y me siento tan satisfecho con mi labor que las lágrimas que derramen serán de felicidad. Las carcajadas de los niños, los llantos, los días felices y los no tan felices... Cuando suene el timbre anunciado el final del recreo entraré ahí y daré lo mejor de mí como siempre he hecho. Mostrando mi mejor versión. Que nostálgico estoy hoy dios mío.
¡Qué feliz he sido! y ¡Qué feliz seré! No veo la hora de exprimir los años que me quedan de vida viajando, conociendo gente nueva, conociendo diferentes culturas.. pero siempre llevando en mi corazón todos los que por mi vida han pasado. Solo espero ser tan feliz como lo he sido de aquí para atrás. ¡Eso que suena es el timbre! Hasta este feo sonido echaré de menos… Y es que creo que la decisión que tomé hace tanto años de ser maestro ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. A la de tres me levanto y vuelta a mi increíble rutina. 1, 2, 3...