Una vez descartada las opciones del relato corto que no interesen, escriban aquí el texto resultante. Se trata de seleccionar los elementos narrativos que deseen (contexto, personaje, calificativos...) pero respetando la frase final o de cierre de este microrrelato (... y así se volvió tierra). De tu elección dependerá el resultado: una historia medianamente coherente o un "sinsentido" literario absoluto.
Tomado de la obra Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves, cuya portada figura aquí.
Una tarde, el joven que estaba moribundo, sintió las primeras reminiscencias multiplicadoras de la cosecha. Anudó la piedra, la red, la jarra y con ellas consagró el reloj, el cinturón y el fusil, para luego con el pie cribarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el joven enamorado, sintió las primeras reminiscencias precursoras de la transfiguración. Desnudó la máscara y con ellas aplastó el yunque para luego, siempre, con el pie, omitirlos en el ventisquero viaje hacia la tumba, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la helada. Miró las piedras y con ellas creó el banco, para después cribarlo en la tumba, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarCristina Moreno Amador.
Una mañana el anciano que estaba enamorado sintió las primeras detonaciones creadoras de la helada cosecha. Miró la antena y con ella lijó el arco, para luego con el dedo fecundarlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarMaría del Pino Alemán Castellano
Un noche el joven enamorado sintió sacudidas de la helada acción. Recordó la piedra y con ella aplastó el reloj, después con el fusil podarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarOliver Sánchez Farías.
Una mañana el anciano que estaba enamorado sintió las primeras notas creadoras de la acción. Anudó la piedra, la red, la jarra y con ellas aplastó el reloj, el tiempo, para luego con el pie omitirlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el joven enamorado sintió las primeras notas precursoras de la inundación. Imaginó la esclusa y la reja y con ellas erigió el submarino y el bote, para después con el dedo omitirlos en el río, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarVerónica Rodríguez López
María Encabo Sanz
ResponderEliminarUna noche el niño que estaba prófugo sintió las primeras sacudidas creadoras de la acción. Desnudó la mirilla y la máscara y con ellas aplastó el reloj y el tiempo para después, con el pie, cribarlos en la luna, y así se volvió tierra.
Jorge Alberto Jorge González
ResponderEliminarUna mañana el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas formadoras de la helada cosecha. Imaginó la podadora y con ella aplastó el roble, para luego con el pie podarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche, el joven que estaba confundido, sintió las primeras sacudidas precursoras de la helada cosecha. Miró la podadora y con ella aplastó el roble, para luego podarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarSara Castillo González
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas de la helada. Anudó la red y la aguja y con ellas creó el tiempo, para luego con el dedo omitirlos en la luna, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana el niño que estaba confundido sintió las primeras sacudidas de la helada. Recordó la antena y la jarra y con ellas dispersó el banco y el remo, para luego con el pie podarlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarShirley Rodríguez Rodríguez
Raquel Rivero Herrera
ResponderEliminarUna mañana el niño enamorado sintió las primeras punzadas precursoras de la helada. Talló la piedra y la aceitera y con ellas bautizó el caracol, para después con el pie cribarlos en el río, y así se volvió tierra.
Una noche, el joven que estaba confundido sintió las primeras punzadas de la helada. Talló la reja y la espita, y con ellas unificó el patíbulo, para luego con el dedo omitirlos en el trompo, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarCristina Morales Godoy
Una noche, el anciano, que estaba moribundo, sintió las primeras sacudidas seguidoras de la helada inundación. Anudó la red y con ella repartió el tiempo, para siempre, con el dedo, encresparlo en el aliento, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarpd: soy Fátima El Khabzaz
EliminarUna noche el niño que estaba prófugo sintió las primeras punzadas creadoras de la transfiguración. Fundió la aguja, la aceitera, la máscara, la ganzúa y con ellas lustró el roble, para nunca con el codo cribarlos en la tumba, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarIris Torres
Una mañana el anciano que estaba enamorado, sintió las primeras punzadas precursoras de la helada. Fundió la ampolla y con ella consagró el tiempo, para luego con el pie omitirlo en el mundo, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarNadia Gutiérrez Fernández
Una noche, el joven confundido sintió las primeras punzadas precursoras de la cosecha. Oyó la ganzúa y con ella dispersó el tiempo, para siempre con el dedo fecundarlo en la luna, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarTatiana Lucía García Rodríguez
Una noche, el joven que estaba moribundo sintió las primeras punzadas precursoras de la helada. Anudó la aguja, la máscara, la ganzúa y lustró el arco, para siempre con el dedo cribarlos en el ventisquero dédalo, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas extinguidoras de la cosecha. Imaginó la piedra y con ella aplastó el tiempo, para luego con el pie omitirlo en la tumba, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarPaula Ascanio López
María Vanessa Díaz Díaz
ResponderEliminarUna mañana, el joven, que estaba confundido, sintió las primeras sacudidas precursoras de la transfiguración. Recordó la jarra y con ella bautizó el roble para luego, con el pie, fecundarlo en la tumba....y así se volvió tierra.
Una mañana el niño que estaba prófugo sintió las primeras notas creadoras de la acción. Barnizó la piedra y la máscara y con ellas creó el tiempo, para luego con el dedo fecundarlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el joven prófugo sintió las primeras detonaciones extinguidoras de la cosecha. Miró la podadora y la máscara, y con ellas pulverizó el roble para después, con el dedo, fecundarlo en el volcán, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas extinguidoras de la helada. Recordó la espita y la jarra y con ellas consagró el vino, para nunca con el dedo omitirlo en la tumba, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarElvis Ruano Rodríguez.
ResponderEliminarUna noche, el anciano, que estaba moribundo, sintió las primeras notas extinguidoras de la helada. Talló la piedra y lustró el roble, para nunca omitirlos en la tumba, y así se volvió tierra.
Una tarde, el joven niño que estaba moribundo, sintió las primeras sacudidas de la helada inundación. Pensó y fundió la piedra y con ellas aplastó el caracol y el pulpo, para luego con el dedo, encresparlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el anciano, que estaba moribundo y enamorado, miró su reloj y ya era tarde. Inventó una excusa para salir de casa y salió con su podadora para no dejar rastro de robles en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana, el anciano que estaba confundido, sintió las primeras punzadas extinguidoras de la helada. Talló la piedra y lustró la aguja y con ellas dispersó el tiempo, para luego con el dedo cribarlos en la cueva, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven, que estaba prófugo, sintió las primeras detonaciones creadoras de la acción. Recordó la aguja y con ella pulverizó el patíbulo, para luego con el pie, podarlo en el arenal, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche, el anciano que estaba prófugo, sintió las primeras denotaciones creadoras de la transfiguración. Rajó la piedra, la aguja y con ellas unificó el tiempo, para después con el dedo omitirlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarRebeca Bernardino Hernández
Una noche el anciano que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la cosecha. Recordó la mirilla y con ellas bautizó el arco, para luego después con el dedo podarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna mañana, el joven que estaba confundido sintió las primeras sacudidas de la helada. Imaginó la jarra y con ella bautizó el labio para después omitirlo en el aliento, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna tarde el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas precursoras de la helada transfiguración. Recordó la aguja y con ella unificó el reloj y el tiempo para luego con el dedo omitirlos en el mundo y así se volvió tierra.
ResponderEliminarElena López Armas
Una noche el joven que estaba prófugo sintió las primeras detonaciones precursoras de la acción. Talló la aguja y la falleba y con ellas creó el submarino y el fusil, para luego con el dedo omitirlos en el viaje, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarClaudia Ojeda Jaén
Una noche el joven que estaba confundido sintió las primeras punzadas precursoras de la cosecha. Imaginó la mirilla y con ellas unificó el roble, para luego con el dedo fecundarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarUna noche el joven que estaba confundido sintió las primeras sacudidas precursoras de la helada. Fundió la piedra y con ella creó el banco, para luego, con el pie, cribarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarKevin José Santana López
ResponderEliminarUna noche el anciano que estaba confundido sintió las primeras punzadas precursoras de la helada. Concluyó la aguja y con ella lijó el fusil, después, con el dedo, encresparlos en la cueva, y así se volvió tierra.
Una tarde, el joven que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas percusoras de la helada. Imaginó que fundió la piedra y con ellas creó el submarino para luego con el pie, omitirlos en el bosque ventisquero, y así se volvió tierra.
ResponderEliminarEstupendos "sinsentidos"... en su gran mayoría.
ResponderEliminarBravo por los intentos...
Saludos cordiales, Juany